viernes, septiembre 20, 2024
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Un llamado a la racionalidad y a la decencia desde Colombia

El debate entre la modernidad, la racionalidad y el pensamiento decolonial se intensifica en un contexto global donde el neoliberalismo consumista ejerce su influencia sobre las políticas, la economía y la sociedad en su conjunto. En un reciente planteamiento del presidente colombiano, Gustavo Petro, arroja luz sobre esta dicotomía, subrayando la importancia de la racionalidad en un mundo donde la irracionalidad ha desencadenado tragedias políticas y sociales.  El presidente colombiano, Gustavo Petro, recientemente dijo que ciertas revistas de extrema derecha desestiman conceptos como “etnia cósmica” o “vanguardia del pensamiento” como meros delirios mentales. Pero, ¿qué hay detrás de estas palabras y cómo afectan nuestra comprensión del mundo?

La modernidad, con su énfasis en la razón y el progreso científico, ha sido durante mucho tiempo considerada como el camino hacia el desarrollo y la civilización. Sin embargo, esta visión ha llevado a una cosificación del mundo, donde los recursos naturales se ven simplemente como medios para el crecimiento económico y la acumulación de riqueza. La Amazonía, por ejemplo, ha sido objeto de esta cosificación, siendo considerada como una fuente de explotación y beneficio económico, en lugar de reconocer su inmenso valor ecológico, ancestral, milenario y cultural.

El pensamiento decolonial surge como un contrapeso a esta visión reduccionista, desafiando las estructuras de poder impuestas por la modernidad eurocéntrica y abogando por una comprensión más holística y equitativa del mundo. Reconoce la diversidad de saberes y experiencias, especialmente de las comunidades indígenas y locales que han sido marginadas y explotadas bajo el paradigma moderno.

En este sentido, la racionalidad se convierte en una herramienta crucial para desafiar las narrativas hegemónicas y buscar soluciones justas y sostenibles. La racionalidad no implica simplemente seguir la lógica del mercado y la eficiencia a cualquier costo, sino más bien adoptar un enfoque reflexivo y ético que considere el bienestar humano, el equilibrio y la sostenibilidad ambiental.

El neoliberalismo consumista, por otro lado, promueve una visión estrecha y utilitarista del mundo, donde el valor de todo se reduce a su capacidad de generar ganancias. Esto se traduce en la explotación desenfrenada de recursos naturales, la desigualdad económica y la alienación social. La Amazonía y sus habitantes son víctimas de esta lógica depredadora, enfrentando la deforestación, la contaminación y la pérdida de sus formas de vida tradicionales.

Sin embargo, como señala Petro, hay esperanza en la resistencia y la movilización ciudadana por la decencia. La lucha contra la corrupción y la búsqueda de una mayor justicia social representan un desafío al statu quo irracional impuesto por el neoliberalismo. Esta lucha no es solo colombiana, sino global, ya que todos compartimos la responsabilidad de construir un mundo más justo y sostenible.

El llamado a abrazar la racionalidad y el pensamiento decolonial es un llamado a la acción. Es hora de cuestionar las narrativas dominantes, de rechazar la lógica del beneficio a toda costa y de trabajar juntos para construir un mundo donde la dignidad humana y el respeto por la naturaleza sean prioridades fundamentales. La elección está en nuestras manos: podemos seguir siendo esclavos de la irracionalidad y la explotación, o podemos abrazar la decencia, la solidaridad, la justicia y la fraternidad como principios rectores de nuestras acciones.

Colombia, recuerda Petro, una nación marcada por la violencia política y la corrupción, ha sufrido las consecuencias de la irracionalidad. La pérdida de 700,000 vidas desde 1948 es un recordatorio doloroso de cómo el poder, la codicia y el narcotráfico han devastado comunidades enteras. 

Una fiscal decente y una movilización ciudadana por la decencia representan la esperanza de un cambio. La racionalidad, cuando se democratiza y se convierte en un bien común, puede llevarnos a lo sublime. Es hora de cuestionar el statu quo, de rechazar la lógica del miedo y la calumnia, y de abrazar una visión más amplia y humana. Solo mediante un compromiso colectivo con el pensamiento crítico y la acción transformadora, podemos aspirar a construir un mundo más justo, solidario y racional.

En última instancia, la modernidad, la racionalidad y el pensamiento decolonial deben converger para construir un mundo más sostenible y consciente. No como delirios mentales, sino como herramientas poderosas para la transformación. La elección está en nuestras manos: ¿seguiremos siendo alérgicos al pensamiento o abrazaremos la decencia y la JUSTICIA como nuestro faro?

Felipe Andrés Criollo
Felipe Andrés Criollohttps://www.elradardelsol.com
Comunicador Social - Periodista, Especialista en Pedagogía de la Virtualidad, Maestrante en Pedagogía Social. Docente universitario. Correo: crifean@gmail.com
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