En tierra de ciegos, el tuerto es rey. A dos años de finalizar un gobierno alternativo, es evidente que, hasta el momento, en los 32 departamentos de Colombia no se ha logrado la implementación del Plan Nacional de Desarrollo. Muchos son los interrogantes y el futuro es incierto debido a la desilusión provocada por la elección paquidérmica de un equipo de gobierno que deja mucho que desear. Los cambios de gabinete han priorizado el interés por la corrupción sobre los objetivos sociales, convirtiendo el cumplimiento de metas en promesas utópicas de campaña difíciles de alcanzar.
El desinterés político de un parlamento que no aprueba las grandes reformas planteadas es otro obstáculo que demuestra los intereses proselitistas de las bancadas. Este capítulo histórico ha evidenciado el negocio de la politiquería, donde los puestos y cargos se negocian a cambio de los intereses democráticos y de derechos. Las instituciones de control y vigilancia han cooptado decretos y leyes que pretenden brindar garantías públicas. El Estado colombiano, hasta el momento, no armoniza con el gobierno, y la paz, que es un complemento transversal, avanza lentamente debido a la desilusión por los acuerdos pasados incumplidos.
A un año de las elecciones parlamentarias, el único y real camino para superar estos horrores es propiciar nuevos escenarios que permitan nuevas representaciones provenientes de los territorios. Crear una cultura del cambio es un deber histórico. Caminar por estas sendas de incertidumbre es un reto para enfrentar la corrupción, el convencionalismo, la tiranía y la continuidad de castas disfrazadas de alternativas y dinosaurios de izquierda que quieren seguir manejando los territorios.
Esto ya no es cuestión de fanatismos ni de idolatrías a personas que tuvieron la responsabilidad y no pudieron. El gobierno, en su deber ser, deberá apostar por cumplir algunos compromisos urgentes en los departamentos para auspiciar un horizonte de confianza política en los tejidos sociales, permitiendo que en futuros procesos electorales se pueda continuar con este proyecto político. Los cambios se construyen en la adversidad, en unidad, democracia y participación.