Las campanas de la Basílica de San Pedro comenzaron a sonar a duelo en la mañana de este lunes. A las 7:35 a. m., hora local, el Cardenal Camerlengo, Mons. Kevin Farrell, anunció oficialmente el fallecimiento del Papa Francisco: “El obispo de Roma ha vuelto a la casa del Padre”. Jorge Mario Bergoglio, el primer pontífice latinoamericano y jesuita, murió a los 88 años en la residencia de Santa Marta, donde vivió durante todo su pontificado.
La Santa Sede confirmó que esta noche, a las 20:00, se celebrará en la Capilla de la Casa Santa Marta el rito solemne de constatación de la muerte del pontífice y la deposición de su cuerpo en el ataúd. Presidido por el Cardenal Camerlengo y acompañado por familiares del Papa, autoridades sanitarias y el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas, Mons. Diego Ravelli, este rito refleja las modificaciones que el propio Francisco implementó en 2024: ya no se realiza en la habitación privada del Papa, sino en la capilla donde el pueblo podrá acompañarlo más adelante.
Una vida desde el “fin del mundo” al centro de la Iglesia
Francisco nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936. De raíces humildes e italianas, vivió entre los barrios de Flores y Almagro, bajo la tutela espiritual de su abuela Rosa, quien le inculcó una fe viva, cercana y sin grandilocuencias. A los 17 años descubrió su vocación religiosa. Fue ordenado sacerdote jesuita y nombrado arzobispo de Buenos Aires en 1998. En 2013, cuando Benedicto XVI renunció, él ya se preparaba para el retiro. Pero el cónclave lo eligió Papa en la quinta votación.
“Parece que mis hermanos cardenales fueron a buscar al nuevo obispo de Roma al fin del mundo”, dijo en sus primeras palabras como sucesor de Pedro. Su nombre, Francisco, lo eligió en honor a San Francisco de Asís, símbolo de pobreza, paz y ecología. Desde ese momento, redefinió el papado como un ejercicio de cercanía, sencillez y valentía.
Un legado transformador
Francisco fue más que un líder religioso. Fue un referente ético y un reformador que puso el foco en los márgenes: los pobres, los migrantes, los descartados, los ancianos y los jóvenes. Abrió la Iglesia al diálogo, denunció sin ambages los abusos sexuales dentro del clero y promovió una sinodalidad que descentraliza el poder.
Su palabra, sin embargo, caló más hondo por ser coherente con su acción. Predicaba caminando, escuchando, abrazando. Sus enseñanzas no fueron meros discursos, sino una hoja de ruta para construir un mundo más justo, más humano, más fraterno.
Las enseñanzas de Francisco, según Federico Böttcher Sorondo
A lo largo de su vida, Francisco dejó una serie de enseñanzas que hoy, más que nunca, cobran fuerza. El periodista y autor argentino Federico Böttcher Sorondo, director de la revista interCole y autor del libro Las enseñanzas de Francisco (Ediciones B), las recopiló en una decena de máximas que resumen su filosofía:
- “No le saquen el cuero a nadie”
Fue su primer mensaje a los argentinos tras ser elegido Papa. Nos instó a no juzgar, no criticar por detrás y a cultivar la empatía. - “Prediquen con el ejemplo”
Su coherencia fue absoluta: vivió con austeridad, visitó hospitales, acompañó a los más frágiles y nunca exigió lo que no practicaba. - “Sean serviciales”
“El verdadero poder es el servicio”, dijo. En 2005, ya insistía en que “hay que servir hasta que se note que es igual el que sirve y el que es atendido”. - “Cuiden la naturaleza”
A tono con San Francisco de Asís, pidió compromiso personal con el medioambiente. Su encíclica Laudato si’ fue un hito de la ecología integral. - “Vayan contra la corriente”
Nos animó a no ceder al cinismo del mundo. Su llamado a “hacer lío” fue una invitación a vivir con convicciones, incluso cuando incomoden. - “Escuchen a los viejos”
Siempre reivindicó la sabiduría de los abuelos. Para Francisco, la experiencia vital de los mayores es un tesoro que no debe descartarse. - “No idolatren el dinero”
Denunció la lógica del consumismo y la acumulación. “El dinero debe servir, no gobernar”, proclamó ante líderes del mundo. - “Dialoguen”
Fue un constructor de puentes. Desde la Mesa del Diálogo en Argentina en 2001, hasta su impulso al Sínodo como camino de escucha global. - “Díganle ‘no’ a la corrupción”
Condenó con firmeza la evasión fiscal, el clientelismo y toda forma de injusticia que robe a los pobres y margine a los débiles. - “Sean valientes”
“Ser valiente es decir la verdad aunque se rían, respetar la fila aunque te pasen, admitir el error y no callar ante la injusticia.”
Estas enseñanzas —según Böttcher— “no son para cualquiera, sino para valientes”. Son una hoja de ruta ética para una sociedad extraviada en su propio ruido.
Un pontífice para creyentes y no creyentes
Francisco fue respetado incluso por quienes no compartían su fe. Líderes laicos, científicos, ambientalistas, intelectuales y activistas lo reconocieron como una conciencia moral del siglo XXI. El presidente de la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE), Mons. Mariano Crociata, declaró que Francisco fue “uno de los grandes testigos de nuestro tiempo”.
Su Fratelli Tutti propuso una fraternidad sin fronteras. Su voz defendió a las víctimas de abusos, a los excluidos, a la Tierra herida. Y su pontificado demostró que otra forma de ejercer el poder —con ternura y firmeza— era posible.
El Papa que incomodó al poder con ternura
Hoy el mundo despide a Francisco con lágrimas, pero también con gratitud. No deja solo una silla vacía en Roma, sino una conciencia encendida en los corazones. Fue el Papa del ejemplo, del servicio, del diálogo, de la verdad.
Su muerte marca el fin de una era, pero su mensaje apenas comienza. Gracias, Santo Padre. Descanse en paz. Su ejemplo seguirá iluminando los caminos de quienes no se resignan a un mundo sin compasión.
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