martes, mayo 13, 2025
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Leyva Durán, entre la paranoia y el narcisismo: el adiós de un actor político en caída

La misiva dirigida por Álvaro Leyva al presidente Gustavo Petro no solo es una defensa jurídica o un gesto de despedida: es el retrato íntimo de un político herido que se ve a sí mismo como un profeta caído. La carta revela rasgos de narcisismo, paranoia, duelo institucional y una desesperada búsqueda de redención simbólica.

Álvaro Leyva Durán, exministro de Relaciones Exteriores y figura central de los últimos años en los procesos de paz en Colombia, ha dejado un testamento político en forma de carta dirigida al presidente Gustavo Petro. No se trata de una simple despedida: el documento es una obra retórica densa, cargada de referencias teológicas y filosóficas, escrita con la solemnidad de quien siente que está siendo desterrado de una misión histórica.

Tras ser inhabilitado por la Procuraduría General por diez años por presuntas irregularidades administrativas, Leyva no se presenta como un sancionado, sino como un «testigo privilegiado», un redentor moral incomprendido, víctima de conspiraciones y del silencio cómplice de sus antiguos aliados. “Se revela como un mártir laico”, apuntan expertos en comunicación política. La carta —con menciones a San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Antonio Millán-Puelles y el Papa Francisco— busca elevar su situación a una dimensión casi espiritual.

Este esfuerzo por sublimar el resentimiento a través del lenguaje revela un trasfondo emocional complejo. Psicólogos consultados por este medio hablan de una estructura típica del duelo: Leyva estaría atravesando una fase depresiva adaptativa, marcada por sentimientos de desesperanza, insomnio moral y un evidente tono elegíaco. La carta sería, más que una protesta formal, un acto catártico de alguien que siente haber sido injustamente despojado de su lugar en la historia.

El texto también exhibe rasgos narcisistas, donde la autoimagen de “voz valiente” se impone sobre cualquier posibilidad de autocrítica. Su figura se proyecta como superior ética e intelectualmente, y aunque excluido del poder formal, insiste en hablar desde la autoridad simbólica. Este impulso por ser recordado como un “guardián de la patria” atraviesa toda la misiva.

Más inquietante aún es la constante alusión a conspiraciones, traiciones y manipulaciones, que sugiere una forma exacerbada de paranoia política. Para Leyva, su caída no es producto de errores administrativos o políticos, sino de un aparato invisible que busca su silenciamiento. Esa perspectiva lo lleva a una narrativa donde él es el último bastión de la verdad, abandonado por todos, pero fiel a su conciencia histórica.

Su carta también puede leerse como una advertencia indirecta al presidente Petro, a quien responsabiliza —sin nombrarlo abiertamente— de no haber impedido su exclusión. Leyva no solo reclama reconocimiento: exige que su versión quede como la narrativa oficial de su caída. En este sentido, la carta se transforma en un campo de disputa simbólica por la memoria política.

A la par, sectores del uribismo buscan explotar este episodio para debilitar al gobierno. En redes circulan mensajes que intentan vincular a Petro con figuras como el presidente del Senado, Iván Name —quien públicamente se ha opuesto a varias reformas sociales—, en un giro retórico cargado de cinismo. “Ahora resulta que el que boicotea las reformas es aliado del gobierno. Payasos”, ironizan desde el petrismo.

Mientras tanto, el gobierno suma cifras en su lucha contra el narcotráfico: esta semana fueron decomisados 1938 kilos de cocaína en Buenaventura, con destino a México. Una acción que contrasta con los señalamientos que intentan vincularlo con dineros oscuros o permisividad criminal.

Álvaro Leyva se despide de la escena pública no con discreción, sino con un estallido retórico. Su última carta es, en el fondo, el eco de una voz que se resiste a ser olvidada, que clama por justicia simbólica y busca, en la densidad del lenguaje, un consuelo ante la muerte política. Su batalla ya no es por el poder, sino por la memoria.


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Felipe Andrés Criollo
Felipe Andrés Criollohttps://www.elradardelsol.com
Comunicador Social - Periodista, Especialista en Pedagogía de la Virtualidad, Maestrante en Pedagogía Social. Docente universitario. Correo: crifean@gmail.com
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