El presidente colombiano Gustavo Petro recibió de manos de la mandataria hondureña Xiomara Castro la Presidencia Pro Tempore de la CELAC. Con un discurso cargado de simbolismo histórico y proyecciones de futuro, propuso una agenda basada en la ayuda mutua, la cooperación multilateral y la lucha conjunta contra los desafíos globales.
En la IX Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada en San Vicente y las Granadinas, el presidente Gustavo Petro asumió oficialmente la Presidencia Pro Tempore del organismo regional. El acto mezcló historia, geopolítica y un llamado urgente a la unidad continental frente a los peligros del aislamiento.
“No somos pueblos solos, somos pueblos que se ayudan”, repitió Petro como eje de su mensaje. Desde su óptica, América Latina y el Caribe deben transitar de una narrativa de soledad a una de integración real. El mandatario propuso que la CELAC sea más que un foro de diálogo: que se convierta en una plataforma estructural para la cooperación científica, energética, tecnológica y humanitaria.

Un “nosotros” frente a la amenaza global
Petro planteó una dualidad que marcó el tono de su intervención: la tensión entre el multilateralismo y la soledad, una batalla conceptual que, según él, definirá el destino de la humanidad. Citando a Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, advirtió que el aislamiento es una trampa mortal para las naciones: “Cada uno por su cuenta no tendrá más opción que extinguirse”.
En contraposición, propuso que América Latina y el Caribe se asuman como un solo cuerpo, diverso pero solidario, con capacidad de dialogar en bloque con civilizaciones milenarias como China, India, África, el mundo árabe y Europa. “Mi misión será ayudarnos a conectar Latinoamérica y el Caribe con el mundo entero, ser puente del mundo”, aseguró.
Un faro de vida frente a la oscuridad
El presidente colombiano evocó con fuerza la memoria histórica de la región. Rememoró hechos como la masacre de 1895 en Bocas del Toro, donde revolucionarios de diferentes países del continente fueron ejecutados por soñar con una América unida. “No solo sintieron los huracanes del mar, sino que produjeron los huracanes de la historia”, dijo, en alusión al espíritu transformador de estos mártires.
En ese sentido, recalcó que América Latina y el Caribe son hoy un faro de democracia, paz, libertad y vida, y que ese destino debe asumirse con responsabilidad. Rechazó la idea de exportar guerras y en cambio defendió el rol de la región como promotora de soluciones frente al cambio climático, la inseguridad alimentaria, la desigualdad en salud y la transformación energética.
Propuestas concretas para una integración profunda
Petro enumeró una serie de ejes de trabajo que impulsará Colombia desde la Presidencia de la CELAC:
- Ayuda humanitaria y apoyo solidario a países como Haití, Cuba, Venezuela y Panamá.
- Interconexión eléctrica continental, para aprovechar las energías limpias del sur en beneficio de la descarbonización global.
- Soberanía alimentaria regional, frente a la crisis climática que amenaza la producción agrícola mundial.
- Agencia latinoamericana de medicamentos, para garantizar el acceso a la salud sin depender de grandes laboratorios.
- Desarrollo digital y control ético de la inteligencia artificial, promoviendo redes de fibra óptica gestionadas desde y para la región.
Asimismo, el mandatario colombiano insistió en que la lucha contra las drogas ya no es un problema aislado de Colombia, sino una cuestión multinacional y estructural del capitalismo contemporáneo. “Nos volvimos famosos por ese hecho, pero hoy ya no es así. La guerra contra las drogas es un problema planetario”, sentenció.
Multilateralismo como destino compartido
En su intervención, Petro dejó claro que el mayor enemigo de la región no son sus diferencias, sino la fragmentación inducida por modelos de desarrollo que priorizan la competencia individual sobre la colaboración colectiva. “La soledad hace referencia a que cada cual se defienda. Pero eso es ajeno a la especie humana”, afirmó.
Por ello, su visión de la CELAC es la de un organismo activo, propositivo, constructor de puentes internos y externos, capaz de representar al continente en un mundo en crisis, donde la vida y la democracia están en riesgo.
Con la presidencia de la CELAC en sus manos, Gustavo Petro no solo hereda un foro multilateral, sino que asume la responsabilidad de encender una antorcha de esperanza para América Latina y el Caribe. Su llamado es claro: dejar atrás los siglos de soledad y construir un “nosotros” poderoso, humano y solidario. Solo así, dice, se podrá responder con dignidad a los desafíos globales y asegurar un futuro común donde la vida prevalezca.