El departamento de Nariño enfrenta una crisis ambiental que sigue escalando a medida que la temporada seca, agravada por el fenómeno de El Niño, propicia la aparición de incendios forestales en distintas zonas rurales y urbanas. El más reciente reporte sobre un incendio en el sector Cerro El Cundur, municipio de Chachagüí, es solo un ejemplo de la magnitud del problema. El 14 de septiembre de 2024, a las 1:12 p.m., se reportó un incendio que rápidamente se descontroló debido a las condiciones adversas como altas temperaturas, fuertes vientos y el difícil acceso al terreno.
El evento movilizó a bomberos de Chachagüí, Pasto, miembros de la Defensa Civil y la comunidad, quienes continúan luchando por controlar las llamas que ya han consumido aproximadamente 200 hectáreas de cobertura vegetal, afectando las zonas aledañas. Este siniestro es uno de los muchos que han sido atendidos durante la actual temporada seca, la cual, según las autoridades, se prolongará hasta finales de septiembre. Eventos similares se ha presentando en otros municipios.
La magnitud del problema
En la capital de Nariño entre el 1 de agosto hasta el 3 de septiembre de 2024, el Cuerpo de Bomberos de Pasto atendió 73 emergencias por incendios forestales que han arrasado más de 700.000 metros cuadrados de pastizales, arbustos y vegetación nativa. La mayor parte de estos incendios tienen su origen en quemas prohibidas, prácticas agrícolas irresponsables y la falta de conciencia sobre las consecuencias de estas acciones.
Las recientes emergencias en Pasto, que incluyeron seis incendios en un solo día en barrios como Las Brisas, Popular y el corregimiento de Genoy, resaltan la vulnerabilidad de nuestras áreas verdes y la urgencia de tomar medidas más estrictas y coordinadas para evitar la repetición de estos eventos.
El fenómeno de El Niño ha jugado un papel importante en la agudización de esta problemática, creando un ambiente propicio para la propagación de incendios. Sin embargo, no podemos ignorar la acción humana como factor determinante. El teniente Ricardo Méndez, comandante de Bomberos en Pasto, señaló que los incendios no solo destruyen paisajes y vegetación vitales para la generación de oxígeno, sino que también tienen un efecto devastador en la fauna, el suelo y la salud pública.
La necesidad de planes de previsión y contingencia
Ante este escenario, la Gobernación de Nariño y las autoridades municipales deben implementar de manera inmediata planes de previsión y contingencia que aborden tanto las causas como las consecuencias de los incendios forestales. Una de las primeras acciones debe centrarse en la promoción de una cultura ciudadana que respete y proteja el medio ambiente. La quema de pastos, comúnmente utilizada para limpiar terrenos o preparar áreas de cultivo, debe ser sustituida por prácticas sostenibles que no impliquen riesgos para el entorno.
Las sanciones y medidas de judicialización para quienes realicen quemas no autorizadas deben ser estrictas y disuasorias. Es fundamental que las autoridades actúen con firmeza para prevenir futuros siniestros, estableciendo un régimen sancionatorio claro y aplicable en todo el territorio. La educación también juega un papel crucial: la ciudadanía debe ser consciente de las graves consecuencias que pueden tener sus acciones en el ecosistema.
Por otro lado, es esencial fortalecer la capacidad de respuesta de las instituciones frente a este tipo de emergencias. La coordinación entre Bomberos, Defensa Civil, Policía y el Ejército ha sido clave en la atención de incendios como el de Cerro El Cundur, pero esta colaboración debe ser permanente y contar con mayores recursos, tanto humanos como tecnológicos. El apoyo aéreo que se gestiona con la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) es una muestra de que se requieren esfuerzos adicionales para enfrentar la magnitud de la crisis.
Protección de las fuentes hídricas: una prioridad inminente
Los incendios forestales no solo destruyen vegetación, sino que también afectan directamente las fuentes hídricas. En una región donde la disponibilidad de agua es crítica, la deforestación y los incendios comprometen los ríos y lagunas que abastecen a las comunidades. Los ecosistemas forestales cumplen una función vital en la regulación del ciclo del agua, y su destrucción genera erosión, pérdida de biodiversidad y reducción en la capacidad de los suelos para retener agua.
La sequía prolongada ha puesto aún más presión sobre las fuentes hídricas, y los incendios actúan como un catalizador en este proceso de degradación ambiental. El manejo integral de los recursos naturales debe incluir programas de reforestación de las áreas afectadas, así como la protección activa de los cuerpos de agua que aún no han sido comprometidos. Sin estas medidas, el futuro abastecimiento de agua en la región estará en grave riesgo, afectando no solo a los ecosistemas, sino también a la agricultura, la ganadería y la vida cotidiana de la población.
La crisis de incendios forestales y sequía que atraviesa Nariño no es un problema aislado, sino un reflejo de la urgencia de replantear nuestra relación con el medio ambiente. La prevención y la educación son pilares fundamentales para evitar que estos eventos se sigan repitiendo, y las sanciones deben ser aplicadas con rigor para quienes atenten contra el entorno natural.
Es crucial que las autoridades, junto con la comunidad, promuevan una cultura de respeto y cuidado del medio ambiente. Los planes de previsión y contingencia deben estar orientados no solo a la respuesta inmediata, sino también a la mitigación de los factores que propician estas emergencias, como la acción humana irresponsable y la falta de preparación frente a las temporadas secas.
La protección de las fuentes hídricas, la reforestación y el compromiso ciudadano son elementos esenciales para enfrentar estos desafíos. Solo a través de la acción coordinada y consciente de todos los actores podremos garantizar un futuro más seguro y sostenible para nuestra región.